Pablo Neruda e eu. Era o dia de nosso encontro. A aprendiz de escritora e o mestre divino.
Ele estava ali na praça, à minha espera, quase imóvel, admirando o mar. Me diz que há momentos em que é preciso estar quieto, sem se mexer, apenas olhando a vida passar.
Ele sabe que vim de longe, dos lados do Atlântico. Me recebe com um abraço e me permite uma foto.
Está rodeado de poesia. As letras saltitantes contornam seu corpo, se embaralham, trocam de lugar e se compõem e se recompõem à sua volta sem parar. Rápidas, em frases perfeitas, sobem e descem as ladeiras de Valpo, atravessam o Pacífico, ganham o mundo. Rastro de harmonia por onde passam. Escritos de amor.
Mas as letras não lhe deixam quieto. Foram muitos os poemas de amor que deixaram seu coração macio e cheio de vida. O amor é uma força que se espalha sem controle, que salva, que cura, não deixa nada nem ninguém imóvel. Deixa vivo.
Caminhamos juntos até a sua casa, La Sebastiana, pendurada no morro entre casas e funiculares de Valparaíso, rodeada de janelas de vidro para que pudesse escrever suas poesias e olhar o mar.
Tomamos um café na charmosa cafeteria do seu lindo museu. Me fala de suas conquistas.
Escolho alguns cartões. Ele escreve algumas palavras. Seu eterno dom de transformar qualquer palavra em poesia. Sua letra. Sua assinatura.
Parto feliz. Coração em poesia.
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Pablo Neruda y yo. Era el día de nuestro encuentro. La aprendiz y el escritor, el maestro divino.
Él estaba allí en la Plaza, me estaba esperando, casi inmóvil, contemplando el mar. Me dijo que hay momentos en que necesita estar tranquilo, sin moverse, viendo la vida pasar.
Él sabe que yo he venido de muy lejos, del lado del Atlántico. A mí me recibe con un abrazo y me permite tomar una foto.
Él estaba rodeado por la poesía. Las letras saltan, si cambian de lugar, y se componen y se recomponen alrededor de él, sin parar. Rápidas, en frases perfectas, corren arriba y abajo de las colinas de Valpo, cruzan el Pacífico, ganan el mundo. Dejan marcas de la armonía en el camino. Escritos de amor.
Pero las letras no lo dejan quedarse en silencio. Ha hecho poemas de amor que hicieron su corazón tierno y lleno de vida. El amor es una fuerza que se extiende fuera de control, que salva, sana, no deja nadie ni nada inmóvil. Deja vivir.
Fuimos juntos a su casa, La Sebastiana, ubicada en la colina entre las casas y los funiculares de Valparaíso, rodeada de ventanas de cristal para que pudiera escribir sus poemas y mirar el mar.
Nosotros tomamos un café en la encantadora cafetería de su hermoso museo. Halame de sus logros.
Escojo algunas tarjetas postales. Él escribe algunas palabras. Su don eterno de convertir cualquier palabra en la poesía. Su caligrafía. Su firma.
Me voy feliz. Corazón en la poesía.
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